Los ceméntales fueron padres ejemplares, patriarcas que impregnaron influencia en los aspectos económico, político y social del San Juan de ayer, el San Juan que se nos fue. Dejaron un legado a sus sucesores: el honor a la palabra, al compromiso, a la estabilidad familiar y el respeto a las buenas costumbres de la comunidad, a pesar de procrear hijos con varias féminas.
La riqueza exhibida por los padrotes de San Juan ha sido destruida: Sus hijos que no supieron valorar el sacrificio del padre para mantener una estabilidad económica en la familia.
Tuvieron la capacidad de ahorro, unos crearon fortuna explotando a los más débiles, despojándolos de sus bienes materiales por servicio prestado, otros mantuvieron una conducta admirable desde el punto de vista social.
Gran parte de los hijos de los padrotes de San Juan tuvieron el privilegio de estudiar en universidades y lograr una profesión. Algunos han descollado como profesionales exitosos, hoy constituyen un orgullo para su familia, San Juan y el país; otros llenaron sus árganas, se fueron del pueblo y jamás han vuelto a su terruño.
Esos padrotes hicieron de la agricultura su modo de vida y mantuvieron la unidad de su familia a pesar de ser polígamos empedernidos.
Eran los ciudadanos de alcurnia en los centros sociales de San Juan; constituían un club de amigos que tuvo incidencia en el quehacer político, económico y social de la ciudad heroica.
Su desaparición física dejó un vacío que sus continuadores no han podido llenar. Fueron hombres de palabra, trabajadores sociables. Su incidencia fue tan determinante que impusieron su criterio en todo el quehacer cotidiano de la comunidad.
Amparados, en la ignorancia de la gran población rural, se convirtieron en los amos y señores de las tierras, del comercio, de las importaciones, en los genuinos defensores de sus intereses durante la primera intervención estadounidense y durante los gobiernos tediosos de Rafael Leónidas Trujillo.
Los verdaderos dueños de las morocotas, del doblón y la mota: los prósperos terratenientes, los ganaderos más exitosos. Las fortunas de los padrotes de San Juan, sus sucesores las han destruido porque no han sabido valorar lo que nada les costo.
Algunos se convirtieron en adulones para poder conservar la fortuna adquirida con la destrucción de los bosques, con las ventas y compra de ganado fraudulentos, con la falsificación de escrituras como en el año 1918, que ciertos personajes cayeron presos por falsificadores.
Desaparecieron físicamente: “nada es eterno en el mundo”, Guardaron tanto que nada se llevaron a la tumba dejando un rosario de problemas en la familia. Tuvieron altas y bajas. El privilegio de la abundancia; contribuyeron a la estabilidad económica de su familia, ocuparon las posiciones relevantes en el tren administrativo, tuvieron gran incidencia política con el apoyo de los sucesivos gobiernos entreguistas.
No prepararon su relevo, por ende gran parte de sus hijos e hijas abandonaron el pueblo dejando un nostálgico recuerdo en el San Juan de ayer, el San Juan que se nos fue.

Por Leopordo Figuereo

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