A través de la historia la mujer ha sido considerada como el punto débil de la humanidad, quien debe ser protegido a toda costa, a quien se le debe dar privilegios y en resumen, representan la sublimidad, la delicadeza. Sin embargo, y con todas las “famosas ventajas”, las mujeres siguen siendo totalmente discriminadas y maltratadas en todo tiempo y espacio.
La mujer ha tenido que hacer el doble de lo que hacen los hombres para poder destacarse, para salir adelante y mantenerse en una posición que les asegure verdaderas ventajas. Aun así, luchando incluso hasta morir, sigue siendo la parte con mayores desventajas en la sociedad.
Aun demostrando la valía que posee la mujer, no cuenta con un apoyo verdadero y trato justo. Desde los inicios de la creación ha sido acusada e irónicamente “protegida”. Es importante destacar que las mujeres han sido protagonistas de grandes luchas a todos los niveles, violentas e intelectuales, y no sólo han demostrado su valía frente a la población masculina, sino también que pueden llegar al mismo nivel, han demostrado que pueden gobernar, tener iniciativa, honestidad, inteligencia emocional, ética, honradez, dedicación, pulcritud, lealtad, creatividad y algo que las hace únicas e irrepetibles, la ternura.
La naturaleza dotó a las mujeres no sólo de las características físicas y mentales de ser las responsables de la protección de los hijos desde el momento de la concepción sino también de la capacidad de poder llevar múltiples tareas y ser eficientes y eficaces al mismo tiempo, sin descuidar la calidad.
La historia recoge incluso actividades en las que las mujeres han sido protagonistas, pero que por las épocas, han tenido que presentarlas a través de hombres, que finalmente la historia los ha catapultado.
Eva, como primera mujer nombrada y la que dio origen al castigo hasta nuestros días, fue una heroína que cargo con él peso de lo que se dice fue un error, una transgresión, y estoicamente asumió su culpa y se mantuvo firme cubriendo las consecuencias de un acto que pudo haber estado cargado de inocencia.
Mujeres revolucionarias como Maria Trinidad Sanchez, Rosa Duarte, Las Hermanas Mirabal, Mama Tingó, Juana de Arco, Cleopatra, Ana Bolena, Mata Hari, Dolores Ibarruri, Indira Gandhi, Eva Perón, Benazir Bhutto; mujeres tan valerosas, heroicas e intelectuales como Salome Ureña, Emilia Pardo Bazán, Maria Curie, Virginia Woolf, Frida Kahlo, Teresa de Calcuta, Maria Callas, Edith Piaf, Carmen Martin Gaite, Marilyn Monroe, Grace Kelly, Pilar Miro, Diada de Gales, y que decir de nuestras grandes mujeres en la actualidad: Margarita Cedeño, Milagros Ortiz Bosch, Yomaira Medina, Hanoi Sánchez, Nuria Piera, Alicia Ortega y tantas otras, mujeres fuertes llenas de determinación, dispuestas a mostrar que por algo Dios les otorgó el privilegio de ser precisamente mujeres.
Hemos contado con la valía de tantas mujeres que han dado al mundo el apoyo que ha necesitado para avanzar con tanta nobleza que su brillo ha sido ocultado para que sean otros los que estén al frente. La humildad de la mujer es admirable, soportan hasta lo indecible, han dado su vida, ser madres, hijas, hermanas, amigas, amantes, colaboradoras, asistentes y más, pidiendo lo básico y a veces ni siquiera eso se recibe.
Con tal de demostrar el valor como seres humanos han aceptado una “liberación” condicionada, porque se les permite “igualdad” pero siguen siendo las encargadas del cuidado del hogar, de los hijos y de los esposos. Nunca han sido relevadas de esas actividades, ni tampoco han sido compartidas, pero si con la “liberación” llegaron más responsabilidades. Ahora pueden dirigir pero tienen además, por supuesto de parir y criar, cocinar y lavar, pero la voluntad es tan fuerte que hacen todas las tareas encomendadas. on la mayoría en las escuelas, universidades y como mano de obra barata, reciben menos remuneración en la mayoría de los puestos que ocupan hombres, siguen siendo discriminadas y maltratadas, usadas para vender productos presentando el cuerpo como accesorio para vender mercancias, para llamar la atención sobre un servicio, como objetos sexuales, aun así se siguen destacando.
La ola de violencia y crueldad con la que la mujer están siendo tratada no la amedranta, siguen creciendo, avanzando, viviendo un proceso para poder conquistar el espacio deseado en la sociedad. Continua el reto de demostrar que son excelentes, no mejores, pero verdaderamente iguales. Desde su espacio la mujer lucha y muestra que su fuerza no está condicionada sino que viene de adentro y nace con ellas.
El mundo avanza, las mujeres también y son parte de esos avances; ya no son el centro de experimentos, son parte importante y decisiva del crecimiento en términos de tecnología, cambios puntuales y profundos del mundo.
Sólo falta crear verdaderos niveles de comprensión no sólo de parte de los hombres sino de las mismas mujeres, que crean en su desarrollo, en su valía, que entienda que la lucha no es por un punto específico sino un espacio general en la humanidad, que no se tengan “asignar” puestos por ley sino que la competencia sea justa, leal y transparente, siempre respetando y tomando en consideración la particularidad de cada uno de los sexos.

Por Lesvia Marlene Sánchez

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